bipedismo

Los problemas actuales del bipedismo

Tan pronto como algún antiguo miembro de la gran serie de los primates llegó a ser menos arborícola, debido a un cambio en su manera de procurarse sustento, o a algún cambio en las condiciones circundantes, su manera habitual de locomoción tuvo que haberse modificado, y de este modo se hizo más estrictamente cuadrúpedo o bípedo […]. Solo el hombre se ha convertido en bípedo, y creo que podemos ver en parte cómo ha llegado a adoptar su actitud erecta, que constituye uno de sus caracteres más conspicuos.

Charles Darwin. El origen del hombre.

Esta frase de Darwin resume la esencia de las ideas acerca de la adquisición del bipedismo que teníamos hasta hace bien poco. Se podrían haber elegido muchas citas más actuales, pero me ha parecido interesante poner el foco en la idea de que, como explicación, es bastante antigua.

El problema

La cosa parecía sencilla. Los hominina caminan erguidos, a diferencia del resto de homínidos no humanos, nuestros parientes animales más próximos. Los chimpancés, gorilas y orangutanes no tienen una postura erguida. Era de suponer que los antepasados humanos, al separarse del linaje de aquellos, habían adoptado esa diferencia posteriormente. Durante mucho tiempo, encontrar aquel primer antepasado bípedo era sinónimo de haber dado con el famoso «eslabón perdido».

Pero, ¿y si no estábamos formulando la pregunta correcta?. ¿Era necesario que fuéramos nosotros los que habíamos adoptado la postura bípeda? Quizá, nuestros parientes habían adquirido el desplazamiento sobre los nudillos (knuckle-walk ) en algún momento posterior de la evolución. Algunos fósiles nos dan la clave para el debate.

Sahelanthropus tchadiensis

19 de julio de 2001. República del Chad. Ahounta Djimdoumalbaye, un estudiante chadiano, está excavando. Djimdoumalbaye forma parte del equipo dirigido por Alan Beauvilaine. De repente se topa con una estructura ósea. Cuando retira el sedimento le parece que es un cráneo de homínido, pero no está seguro por su aspecto altamente simiesco. Además está muy deteriorado. Beavilaine comenzará así un estudio que durará un año.

El 15 de julio de 2002, el responsable de la expedición, el paleontólogo francés Michel Brunet, publicaba los resultados junto a sus colegas. El cráneo en cuestión fue portada de la revista Nature1 y se asociaba a un nuevo homínido al que dieron el nombre de Sahelanthropus tchadiensis. Su datación, entre 6 y 7 millones de años, lo situaba como el antepasado humano más antiguo. Hubo, no obstante, bastantes dudas. Aunque hay autores reconocidos, como Tim White, que aceptan su adscripción, otros la han discutido.

Lo que pasó más desapercibido era la existencia de un fémur izquierdo encontrado junto con el cráneo. El hecho de que se hablara poco o menos de él no le restaba importancia. Un fémur podía ser la clave para saber si este homínido era bípedo o no lo era

Danuvius guggenmosi

La luz filtrada por las nubes de verano caía suavemente sobre los sedimentos arcillosos de la vieja cantera de Hammerschmiede, en el Allgäu bávaro. Hacía calor, pero no era un calor asfixiante. Era un día como cualquier otro para el equipo que, pacífica y pacientemente, peinaba las capas del Mioceno como quien busca palabras perdidas entre páginas antiguas. Y entonces, casi como un murmullo dentro de la tierra, algo rompió el ritmo de la rutina.

Una forma emergió del subsuelo. Siegulf Guggenmos levantó la cabeza con un gesto entre la sorpresa y la reverencia. Entre sus manos, polvorientas y temblorosas, había un fragmento de mandíbula con dientes perfectamente preservados. No era de ciervo, ni de caballo prehistórico. Aquella pieza hablaba de algo diferente, de alguien diferente.

Los días siguientes acontecieron una sucesión de excavaciones meticulosas, silencios cargados de expectación y revelaciones pausadas. De la capa HAM 5, datada con una precisión exquisita en 11,62 millones de años, emergieron uno a uno los restos de un simio que no encajaba en ningún molde conocido. Una mandíbula, un fémur, una tibia, vértebras, falanges… fragmentos de un cuerpo pequeño cuerpo excepcionalmente cumplido para los estándares de los simios fósiles europeos.

Cuando la paleontóloga Madelaine Böhme y su equipo observaron la estructura vertebral y las proporciones de los huesos largos, la realidad empezó a imponerse: aquello no era solo un simio más. Danuvius, bautizado así en honor al dios celta, era diferente2. Andaba derecho entre las ramas, como un puente viviente entre la suspensión de los simios y el andar de los humanos.

El hallazgo no solo añadió un nuevo nombre a la taxonomía; encendió un debate que todavía hoy reverbera en las aulas y laboratorios de todo el mundo. Fue un descubrimiento que, como muchos de los que realmente importan, nació del barro, del silencio y de la tenacidad de un equipo que supo escuchar el pasado cuando este decidió hablar.

Gracias a ello ahoa conocemos parte de su historia. En las sombras de los bosques ribereños del Mioceno europeo, hace más de 11 millones de años, se movía un simio con una gracia que desafía los paradigmas. Su historia, grabada en huesos dispersos entre sedimentos de Hammerschmiede (Alemania), despierta hoy una cuestión fundamental y provocadora: podía andar derecho? Podía, en pleno corazón de un bosque faunísticamente rico, levantarse sobre dos extremidades como lo harían millones de años después los humanos?

La respuesta empieza en sus huesos. Sus vértebras torácicas y la orientación de las crestas ilíacas describen un tronco ortògrado, como el de los homínidos bípedos. Su espina era sorprendentemente larga por un gran simio, permitiendo una mayor flexibilidad lumbar. El fémur, con una cabeza femoral robusta y cuello alargado, nos habla de extremidades diseñadas para soportar carga en posición vertical. Y, aun así, sus brazos, largos y potentes, no renegaban del mundo aéreo: Danuvius era también un maestro de la suspensión arborícola.

Esta dualida, bípeda y suspensoria, ha llevado a sus descubridores a proponer un estilo de locomoción inédito, «extended limb clambering«, que combinaba la suspensión controlada con el desplazamiento sobre dos piernas en los caminos inciertos de las ramas. Un equilibrio entre el cielo y la tierra, entre el pasado ancestral y un futuro evolutivo.

No estamos ante un bípedo al estilo humano, que anda largas distancias por la sabana. Pero tampoco ante un simio prisionero del movimiento cuadrúpedo o exclusivamente arborícola. Danuvius representa un punto de inflexión: no el bipedismo obligado, sino el bipedismo posible.

Las críticas no han faltado3. Varias voces han cuestionado la interpretación locomotora, argumentando que la combinación de características puede responder a otras estrategias adaptativas4. Pero en la réplica, Böhme y sus colaboradores han defendido, con detalle anatómico y fidelidad a los fósiles, que no hay reconstrucción forzada, sino una realidad evolutiva hasta ahora ignorada5.

Este simio alemán nos invita a repensar los orígenes. A abandonar la idea que la bipedación nace solo a la sabana africana. Quizás empezó antes, entre hojas y ramas, no como una obligación, sino como una opción evolutiva, una herramienta más en un mundo en constante cambio. Quizá buscamos un eslabón donde no lo encontraremos. Este es un mensaje fosilizado, el mensaje de que la evolución, como la historia, no siempre se lee en línea recta.

  1. Brunet, M., Guy, F., Pilbeam, D. et al. A new hominid from the Upper Miocene of Chad, Central Africa. Nature 418, 145–151 (2002). https://doi.org/10.1038/nature00879 ↩︎
  2. Böhme M, Spassov N, Fuss J, Tröscher A, Deane AS, Prieto J, Kirscher U, Lechner T, Begun DR, Almécija S. A new Miocene ape and locomotion in the ancestor of great apes and humans. Nature. 2019 Nov;575(7783):489–493. https://doi.org/10.1038/s41586-019-1731-0 ↩︎
  3. Lovejoy, C. O., McCollum, M. A., Suwa, G., Asfaw, B., White, T. D., Latimer, B., & Simpson, S. W. (2020). Reevaluating bipedalism in Danuvius. Nature, 586(7827), E1–E3. https://doi.org/10.1038/s41586-020-2736-4 ↩︎
  4. Almécija, S., Hammond, A. S., Thompson, N. E., Pugh, K. D., Moyà-Solà, S., & Alba, D. M. (2021). Fossil apes and human evolution. Science, 372(6542). https://doi.org/10.1126/science.abb4363 ↩︎
  5. Böhme M, Spassov N, DeSilva JM, Begun DR. Reply to: Reevaluating bipedalism in Danuvius. Nature. 2020 Oct;586(7827):E4–E5. https//doi:10.1038/s41586-020-2737-3. ↩︎

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